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Bienvenido a Salamanca:
Amanecen los tiempos y Salamanca es una laguna prehistórica.
Aún no se llama así, porque no hay nombres en el mundo.
Transcurre una eterna mañana mientras aparecen los hombres, se
yerguen... Ya hay algunos fabricando herramientas a eso de las doce treinta.
Poco antes de la hora de comer llegan algunos pastores. Visten de negro
y adoran a un toro de piedra. Se hacen llamar vacceos y vettones. Son
rústicos y sobrios. Pasa una hora y llegan los elefantes de Aníbal.
Minutos después los romanos con cascos de bronce, haciendo tortugas
con los escudos. A la hora del café han levantado un puente, una
calzada. Les ha dado tiempo a traer el derecho y la religión del
crucificado. Pero algo falla y a las cuatro y cuarto de la tarde les relevan
otros pueblos. En un cuarto de hora suevos, vándalos, alanos, godos
e hispanorromanos pasan precipitadamente por la ciudad. La cosa se calmará
y tendremos unos minutos visigodos de relativa estabilidad. Acaban con
ella los elegantes musulmanes, que saben disparar el arco a caballo. A
eso de las seis y media los cristianos ganan la última batalla
y reconstruyen la ciudad en veinte segundos. Ponen la universidad. Pasan
las horas, los reyes, las guerras y Salamanca sigue acostada junto al
Tormes, agarrándolo con sus puentes. Nacen y mueren hombres y mujeres.
Todos ellos aportan sus vidas a la Historia, pero sólo algunos
firman con nombres y apellidos su donación. Fray Luis de León,
Nebrija, Francisco de Vitoria, Salinas, Juan del Enzina, Fernando de Rojas,
Lucía de Medrano, San Juan de la Cruz, Tomás Bretón
o Torres Villarroel son algunas de las sombras que hoy se asocian a esta
ciudad. Entre guerra y guerra, una lechuza llamada Unamuno se posa sobre
un álamo junto a un convento...
Ahora cae la tarde y puede ser buena hora para rescatar
algunos momentos del día. Sin pretensiones académicas ni
rigor científico, sólo con la intención de entrever
los fantasmas de los que fueron y curiosear en su mundo, unas veces tan
distinto al nuestro; otras idéntico. Agucemos pues la imaginación
y entornemos los ojos para desempolvar algunas leyendas, milagros y rumores
extraordinarios de la ciudad de Salamanca.
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