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LAS ARTES
Álava, Juan de:
Arquitecto. Uno de los maestros platerescos. Puede
decirse que dibujó importantes trazos de la Salamanca que conocemos.
Murió en 1537.
Enzina, Juan del:
Poeta dramático y compositor al que se considera
padre del teatro español. Nació y estudió en Salamanca.
Sobresalía en materia de villancicos.
Galindo, Beatriz:
Conocida como "la Latina". Escritora, poeta
y auxiliar de Isabel "la Católica". Sobresalía
por su conocimiento del clasicismo y por su erudición, de ahí
su epónimo.
Guzmán, Damián de:
Era masón y cabalista. A decir de sus amigos,
hizo demasiadas travesías entre España y las colonias de
ultramar. Desapareció en la selva a la edad de 27 años.
Medrano, Lucía de:
Doncella salmantina elocuentísima. Poetisa,
latinista y filósofa. Sustituyó a Nebrija en una lectura
de Terencio en la Universidad en 1508. Era atractiva y llegó a
ocupar cátedra.
Nebrija, Elio Antonio de:
Prometió a la reina Isabel "la Católica"
que su Gramática Castellana (la primera) sería la fragua
que forjaría un imperio.
Paz, Alonso de:
Joven albañil gallego al que le cayó
una enorme piedra desde la bóveda de la Catedral Vieja. Aún
se ve el agujero en el techo, y la piedra agarrada con dos clavos en un
pilar. Milagrosamente, salió vivo del suceso, con un par de moratones
por todo daño.
Picornell, Juan:
Pedagogo mallorquín levantisco y reformista.
Para demostrar la bondad de su método de enseñanza trajo
a su hijo Juan Antonio a examinarse a la Universidad de Salamanca. Los
catedráticos le formularon preguntas sobre Religión, Geografía
e Historia y respondió bien a casi todas. Lo mejor es que el chaval
tenía sólo tres años.
Rojas, Fernando de:
Dijo que encontró por ahí el primer
acto de un drama, le pareció bueno y lo continuó. Al resultado
se lo conoce por "La Celestina", aunque ése no es el
título
Salinas, Francisco:
Quedó ciego al poco de nacer. Fue tan buen
músico que Fray Luis escribió que cuando tocaba, el aire
se serenaba y vestía de hermosura y nueva luz.
Scott, Walter:
Escocés grande y cojo. Escribió sobre
leyendas y mitos. Lo más conocido, el Ivanhoe. Dijo cosas muy intrigantes
sobre la Cueva de Salamanca.
Siloé, Diego de:
Era escultor, y de Burgos. Hizo las calaveras de la
Casa de las Muertes, una nadería si las comparamos con otros trabajos
suyos.
Solís, Francisco de:
Era un pillastre harapiento, pero su genio y la generosidad
de una dama le convirtieron en médico del Papa. Al final repudió
su ciencia y fundó el Colegio de Huérfanos. Incluyó
curiosas cláusulas en las actas de constitución del centro.
Torres Villarroel, Diego de:
Nació en Salamanca de un librero. Fue un truhán
redomado, un prófugo, un sabio. Trabajó de progesor, de
torero, de escritor, de profesor de baile, de bordador, de soldado y de
desertor. Se desdicó al robo, a la música y a los disfraces.
Escribió en la estela de Quevedo y se forró con unos Almanaques
a los que estaba suscrito todo hijo de vecino. En el libro Leyendas, milagros
y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca se le dedica un fascinante
capítulo.
Unamuno y Jugo, Miguel de:
Parece que sacó a la Universidad de uno de
sus peores momentos. Le mentan cada día en los diarios y hay quien
aún lo ve paseando por las calles, aunque hace tiempo que murió.
Vitoria, Francisco de:
Defendió que los indios eran iguales a los
blancos, y libres. Cuando Carlos V se enteró, gritó: "¡Que
callen esos frailes!".
EL CLERO
Alejandro IV:
Además de Papa, era conde de Segni. Se portó
bien con la Universidad, y la llamó "lumbrera del mundo".
Beatriz, Sor:
Mal llamada "La Borrega". Llegó a
un convento de Salamanca en pos de su amado. Se le empezaron a torcer
las cosas cuando sus compañeras del convento le raparon el pelo:
la "trasquilaron" como a una borrega. Al parecer, el objeto
de su amor murió y decidió quedarse para siempre junto a
las monjas. Según otra versión del cuento su amado no murió,
sino que ella descubrió que era su hermanastro, lo que imposibilitaba
el romance casi tanto como la muerte. Modeló un Nacimiento que
aún se conserva.
Cipriano, San:
Hay dos. Uno fue obispo de Cartago y mártir;
el otro mago, estudiante y pecador. El segundo -que se reformó
por amor a Santa Justina- es el que mejor se ajusta a la leyenda de la
Cueva de Salamanca, pues la gruta se halla bajo una iglesia dedicada a
su advocación. De hecho la Cueva fue seguramente la sacristía
del templo.
Ferrer, San Vicente:
Dominico predicador empeñado en convertir infieles.
Era tanto su celo que a veces le salían alas para ahorrar tiempo
en los desplazamientos. Participó en los grandes problemas políticos
de su tiempo. Hay muchas señales de su paso por Salamanca. Convirtió
a muchos judíos que estaban orando en la sinagoga mayor de la ciudad.
Entró vociferando y unas cruces de luz se posaron sobre los sorprendidos
hebreos.
Gerónimo, Don:
Capellán de batalla del Cid. Luego, obispo
de Salamanca. Era tan fiero que pedía licencia al Campeador para
entrar el primero en batalla. Trajo a la ciudad el "Cristo de las
Batallas" y sus restos residen en la Catedral.
Jesús, Santa Teresa de:
Santa de Ávila. Cuando era niña, intentó
irse a tierras de mahometanos para que le dieran martirio. Un tío
suyo la devolvió a casa. Más tarde, leyó a San Jerónimo
e, inmediatamente, se metió monja. Encontró el éxtasis
y la transverberación, levitó y cuando murió, su
cuerpo quedó incorrupto. Pasó por Salamanca, y desalojaron
una posada para alojarla. Su compañera de viaje temía las
iras de los desahuciados, que eran estudiantes, pero la Santa durmió
muy tranquila. Se dice que aquí escribió lo de "Vivo
sin vivir en mí".
León, Fray Luis de:
Se buscó problemas por traducir al castellano
el Cantar de los Cantares y por defender la superioridad de la versión
hebrea de la Vulgata sobre la latina, escrita por San Jerónimo.
Fue a la cárcel y al volver a las aulas dijo aquello de: "Decíamos
ayer".
Sahagún, San Juan de:
Hizo muchísimos milagros muy bellos (demasiados
para contarlos aquí). Uno fue que libró a Salamanca del
terrible tifo negro. Fue concebido con ayuda de novenas y muerto por la
cólera de una mala mujer.
Santo Domigo, Sor Teresa Juliana de:
Al principio se llamaba Chicaba y era hija de reyes
paganos. La raptaron en África y acabó de mística
en España. Murió a los 73 años sin sombra alguna
de pecado. Fue la primera poeta en lengua castellana de raza negra. Obró
milagros. Entre ellos, el de desviar las balas de cañón
que los portugueses lanzaban sobre la ciudad.
LA ARISTOCRACIA
Alba, Duque de:
Ha habido muchos. Nos interesan sobre todo dos: Don
García Álvarez de Toledo, durante la Guerra de los Bandos
y Don Fernando de Silva Álvarez de Toledo, en la época de
Torres Villarroel. Entre uno y otro, diez generaciones.
Aragón, Enrique de:
Marqués de Villena. Es una figura confusa la
de este hombre. Se dice que en realidad era marqués de Iniesta.
De lo que no hay duda es de que anduvo en temas poco recomendables. A
él se le atribuye el protagonismo del episodio de la Cueva de Salamanca.
Borgoña, Raimundo de:
Su suegro, Alfonso VI, le encargó repoblar
y acondicionar las ciudades ganadas a la "tierra de nadie",
por ejemplo, Salamanca.
Carvajal y Vargas, Señor de:
Un zapatero se burló de él. Se ofuscó
tanto por ello que varió su testamento.
Diablo, El:
Al principio era un ángel, pero Dios lo arrojó
del cielo por orgulloso. Entonces era muy hermoso, pero ahora tiene cuernos,
pezuñas, rabo y es colorado. Cuando se les aparece a los indios,
por ejemplo, de Brasil, les dice que viene de Salamanca.
Enríquez, Enrique:
Era señor de Villalba de los Llanos y fue corregidor
de Salamanca. Murió dejando viuda a María de Monroy (apodada
"la Brava"), igual que a él le dejó viudo antes
otra esposa que tuvo. Un antepasado suyo fue famoso por matar un león
en un corral.
Juan II:
Aunque se dice que protegía a artistas y poetas,
no dudó en mandar quemar los libros del marqués de Villena.
Juan, Príncipe:
Era hijo de los Reyes Católicos. Lo más
probable es que muriera de tuberculosis en Salamanca, pero las malas lenguas
achacan su fin a un exagerado apetito sexual. De él partió
la idea de instituir la "Casa de Mancebía", para regular
el ejercicio de la prostitución en la ciudad.
Maldonado, Arias:
Se casó con Juana Pimentel y se fueron a estrenar
la Casa de las Conchas.
Maldonado de Talavera, Rodrigo:
Todos le llamaban doctor, porque lo era. Pero además
era caballero y canciller de Santiago, profesor en la Universidad y regidor
de la villa. Compró ocho casas al cabildo, con la oposición
de algunos, para levantar la Casa de las Conchas.
Marquesa Isabel, La:
Su amante la abandonó tras oir un sermón
de San Juan de Sahagún. No se le ocurrió otra cosa que envenenar
al predicador. Desapareció sin dejar rastro.
Moctezuma, María de:
Más conocida como la marquesa de Almarza. Era
bellísima aparte de bondadosa. La codicia de un sacristán
la salvó de ser enterrada viva: cuando estaba en el catafalco un
sacristán fue a robar su anillo. La marquesa despertó sobresaltada
y colmó de presentes al ladrón.
Monroy, María de:
La llamaron "la Brava" por vengar a sus
hijos con sangre. Su casa aún se conserva en la Plaza de los Bandos.
Su familia pertenecía al Bando de Santo Tomé. Un día,
los mozos de los Manzano, del Bando de San Benito, mataron a sus hijos
a traición. Los persiguió hasta Viseu, los mató y
los decapitó. Luego trajo las cabezas a Salamanca y las puso sobre
la tumba de sus vástagos.
Pimentel, Juana:
Era tan guapa y graciosa que la apodaron "La
Salina". Hoy la intentamos ver en un medallón que representa
a Cleopatra en el palacio del mismo nombre. Cien años antes de
que ésta llegara a la ciudad, otra Juana Pimentel se casó
con Arias Maldonado, dueño de la Casa de las Conchas.
LA SOLDADESCA
Barca, Aníbal:
Cartaginés. Uno de los grandes estrategas de
la antigüedad. Tuvo Roma a tiro pero, no se sabe por qué,
se dio la vuelta y se marchó.
Díaz de Vivar, Rodrigo:
El Cid Campeador. Por todos conocido. Lo mejor es
que ganó batallas después de muerto. Era amigo del obispo
Gerónimo, que lo fue de Salamanca. Éste casó a sus
hijas y le dió (esto no es seguro) el último adiós
de este mundo pecador.
Gaula, Amadís de:
Caballero que anduvo en amores con Oriana, la hija
del rey Lisuarte de Bretaña. Tuvo por seudónimos "Beltenebros",
"Caballero Verde" y "Caballero Griego". Es proclamado
rey de la Ínsula Firme y se casa con su amada. Tiene un hijo llamado
Esplandián. Cuántos nombres hermosos. Se cree que visitó
Salamanca. En concreto vino a ver la cueva de "la Múcheres".
Maldonado, Francisco:
Se alzó en armas, junto a Juan Bravo y Juan
Padilla, contra Carlos V en la llamada revuelta de los Comuneros. Fueron
derrotados y ejecutados en Villalar.
Maldonado, Pedro:
También comunero, capitaneó tropas en
Salamanca. Tras la derrota, un tío suyo lo intentó salvar,
pero sólo consiguió aplazamiento de un año. Tras
su muerte, su madre pereció de una incurable melancolía.
EL VULGO
Blas, El tío:
Vivió en la calle de las Mazas cerca de 1650.
Era un zapatero alegre, vivaracho y tal vez algo orgulloso, si nos fijamos
en el episodio de la dichosa anguila. Al parecer, un día pujó
por el precio de una anguila contra el corregidor Carvajal y Vargas. Le
venció y el notable le reprendió por derrochar así
su hacienda y no prever posibles enfermedades. El tío Blas respondió:
"no me preocupan, pues para eso está el Santo Hospital".
Resultó que el de Carvajal tenía legados sus bienes de herencia
a esa institución. Enojado por la conducta del zapatero, varió
su testamento para beneficiar la fundación del Seminario de Carvajal.
En las actas de constitución, el Seminario abre sus puertas a todos
los necesitados excepto a los hijos de zapateros.
Celestina, La:
Deshacía la virtud de las doncellas y, con
la misma herramienta, reparaba los posibles desperfectos.
Hércules:
Zeus lo engendró en la mujer de Anfritrión
cuando éste andaba por ahí. Hera, la esposa de Zeus, mandó
dos serpientes por celos a su cuna y el bebé las estranguló.
Al crecer mató monstruos e hizo los famosos doce trabajos. Acondicionó
el solar de Salamanca y su Cueva, según sus seguidores.
Lavandera tuerta:
Un brujo le puso un ojo del puente y luego se lo quitó.
Desde entonces, la cuenca vacía tenía un brillo plateado
a la luz de la luna.
López, Un tal:
Embozado que suplantó al médico de San
Juan de Sahagún. Proporcionó al fraile un preparado que
le apagó la vida.
Lozano, María:
Se dice que la mataron en la Casa de las Muertes.
No sabemos quién, ni cómo, ni cuándo.
Mariquelos, Los:
Familia que vivía de antiguo en la Catedral.
Prometieron escalar hasta la punta de la torre cada año para celebrar
que el terremoto de Lisboa no mató a nadie en Salamanca. El último
de ellos murió en 1976, pero otras gentes han retomado la costumbre.
Mora encantada:
Hay muchas, sobre todo en Galicia. La de Salamanca
hilaba un copo de oro en la puerta de Villamayor hasta que la espantó
un tuercebotas.
Niño caído al pozo:
Cayó al Pozo Amarillo y hoy una calle recuerda
el suceso. Este chico hubiera muerto de no ser por San Juan de Sahagún,
que hizo subir milagrosamente las aguas. Nada más ser rescatado
se perdió entre el gentío, y con él su nombre.
Potosí, Clemente:
El sacristán que enseñaba magia en la
Cueva de Salamanca. Así lo dice Feijoo, por boca de Francisco de
Torreblanca. Ante tales autoridades, mejor callar. Otros dicen que el
maestro era el diablo, otros que era una mano en una silla y otros una
cabeza de alambre que a muchos recuerda al Bafomet de los Templarios.
Putas, Padre:
Regulaba el oficio más antiguo en la villa.
El nombre real del cargo era "Padre de la Mancebía".
Aún se recuerda su nombre con el eufemismo "Padre Lucas",
que designa al líder de los cabezudos que recorren la ciudad en
fiestas.
Tormes, Lázaro de:
Todo lo aprendió en la escuela de la vida.
Un ciego casi le parte la crisma contra el toro de piedra del Puente Romano.
Tomó buena venganza de ello.
EL REINO ANIMAL
Rana, La:
Está esculpida sobre una calavera en la fachada
de la Universidad. Se cree que es un aviso contra la lujuria o la sífilis,
aunque vaya usted a saber.
Toros:
Los celtas antiguos los adoraban. Hay uno de piedra
en el Puente Romano, aunque hay quien dice que es un cerdo. Hace poco
que lo han sacado del río, donde lo tiraron unos liberales. Otro
toro que es famoso es el que atacó a San Juan de Sahagún
y se detuvo con una orden suya. Otro era el "Toro de San Marcos",
al que la gente llevaba a misa en abril. A veces lo metían hasta
en las aulas de la Universidad. En 1752 corneó a un arriero y las
autoridades aprovecharon para prohibirlo. |