DAMAS, MONJAS Y ALCAHUETAS

6. Plaza de San Boal


Al cuidado del cuerpo de Doña María quedan tres criados, que pronto buscan refugio en los confesionarios y se duermen profundamente.
En este momento entra en escena el sacristán -otro más- de la iglesia de San Boal. Mira con codicia hacia el alto catafalco, donde un gran anillo dorado brilla en la fría mano de la marquesa. Ignorando la severa mirada de San Boal, trepa sigilosamente por el túmulo susurrando obsesivamente el nombre de su tesoro. Los criados roncan mientras el sacristán lleva sus temblorosos dedos hacia la sortija, que reluce a la luz de los cirios. Tira suavemente de la joya.
Los criados despiertan sobresaltados por un potente chillido y un golpe. Observan la siguiente escena: la marquesa está sentada en su ataúd mirando asombrada el anillo de su mano izquierda. Junto a ella yace desmayado el sacristán.

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